Liliputienses




/ me gustaría dedicarle este post a mi amgia Lu, que tiene una amiga que quizás venga a estudiar a Lille /

Es difícil empezar a describir Lille... queridos míos. Cuando llegamos nos quedamos en Roubaix, que vendría a ser un San Isidro en alguna de esas películas del estilo El Día Después de Mañana; o sea, una ciudad con un próspero e industrial pasado y una acomodada clase burguesa que, por motivos que no logré entender ni me lograron explicar, devino en una ciudad donde todas esas fábricas cerraron y esos burgueses se fueron y ahora solo quedan enormes y baratísimas casas para jóvenes bohemios y desempleados crónicos. Tal es así que, al llegar a Roubaix, una tiene la sensación de que se juntaron todos los pobres que puede haber en Europa (súmesele nuestra sorpresa a que veníamos de países donde el concepto de pobreza se reduce a un departamento de 40 metros cuadrados en una zona poco canchera con muebles no hechos a medida). Para ejemplificar mi punto, voy a citar el post de Chiz al respecto donde (con una lucidez pocas veces vista en ella), describe el barrio multicultural de Roubaix como un lugar en el que "todos los pobres de distintas proveniencias se juntan a comer y comprar comida barata en una misma calle".

Pero, amiga de Lu (si es que algún día lees este post), no te desesperes. Primero que nada, Roubaix no es Lille (aunque quede a unos apenas 10km y no haya nada que los separe, excepto la Bande Peripherique, que es como una General Paz que tienen todas las ciudades acá). En Lille, como buena ciudad, hay de todo. Sí, hay pobres y sí, piden plata, pero nada que, viniendo de Buenos Aires sorprenda a nadie. Y, segundo, en Roubaix habrá miseria (y algo de delitos) pero a nadie matan acá ni por 50 ni por 300 euros.

En cambio, lo que sí sorprende de Lille (y de Roubaix) es el tipo de gente que vive acá. Gente, lisa y llanamente, buena, amable y amigable. Por fin podemos decir adiós a los helados holandeses y los simpáticos belgas (chau, chau, chauuuu), acá estamos hablando de hacerte amigos con solo necesitar ayudar!  Paso a ejemplificar esto (y juro que no exagero en mis detalles). En este viaje conocimos a Marie et Niko (acá empieza la parte aburrida del post) una agradable pareja de lillois (o sea, gente oriunda de Lille) que nos acogió en su casa de Roubaix (de esas que antes eran de ricos y ahora están alquiladas por monedas). Esto, ya de por sí, no vamos a negarlo, es un enorme gesto de amabilidad pero, como les dijimos, acá la gente va mucho más allá. Realmente no sabría ni como poner esto sin sonar seria, pero estos chicos, además de darnos casita, nos dieron comida, nos compartieron sus amigos y, encima, hasta nos llevaron a cenar con la abuela. Pero la locura no termina ahí... la tía nos ofició de guía por la ciudad una tarde y (esta es la cereza que corona el postre y, por mas inverosímil que sea, es verdad), su mejor amiga (habiéndonos visto 2 veces en su puta vida) nos dejó su departamento solito para nosotras, para que nos quedemos durante 4 días!!! Sí, señoras y señores, sin peros ni nada "siéntanse como en su casa", dijo. Chiz y yo aún seguimos en shock.

Pensarán ustedes que Isa y Chiz tuvieron suerte encontrando a Marie et Niko. En parte tienen razón, pero no del todo. Porque ellos (y sus amigos) no son la excepción. Lamento decepcionarlos, pero voy a seguir enumerando ejemplos de la bondad y amistosidad de esta gente, porque a eso vine a escribir hoy. 

Viniendo a Roubaix, nos encontramos con otra parejita (pidiéndo ayuda para buscar la casa de los ya nombrados M y N) y, cuando les preguntamos por una calle, se ofrecieron (de mutuo acuerdo y felizmente) a llevarnos hasta la mismísima puerta (y creánme que no eran 5 cuadras). También nos encontramos con el ya nombrado señor que nos dio su contraseña para usar a gusto y piaccere su red de WiFi (era de Roubaix) y así la lista sigue. La gente acá, de tan buena que es, parece loca. Una no sabe si preocuparse o sentirse culpable por no saber cómo devolverles las amabilidades.

Comentario aparte: tanto a Chiz como a mí nos pareció una excelente broma lingüística decir que la gente de Lille podría ser llamada "liliputienses", pero parece ser que los locales no encuentran ningún tipo de gracia en el chiste. 

Comentario aparte II: para quien quiera ineriorizarse más en la cultura de Lille, lo invitamos a ver Bienvenue Chez Chti. Además de ver una caricatura general de lo que pasa acá, van a tener un tema de charla con cada persona que se pongan a hablar. Parece ser que la película (que tampoco es una genialidad) acá fue un hit.

Comentario aparte III: Chiz, acá al lado mío, está leyendo mi post y, en la parte donde hablo sobre todas las amabiliades de (los nunca suficientemente ponderados) Marie et Niko, me dice que agregue que la tía nos invitó con unas cervezas y la abuela cocinó y que, encima, tiene 90 años!

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Título de la foto: con los pelos al viento.

/Lille

2 comentarios:

lu dijo...

jjajajaja increible ! Agradezco la dedicatoria y le voy a pasar el post a mi amiga melii. Yo llegaba un punto de la historia en que sentía que iba a venir alguien a agarrarlas y decir esteee bueno ahora tienen q pagar por todo y se convertian en lavaplatos o algo asi en el mejor de los casos jajaja. Es bueno saber que sigue habiendo gente buena y desinteresada en el mundo. Y mira que algo buena me considero peeero dejarles a vos y a chiz sin conocerlas mi departamento x cuatro dias UNA LOCURA !!!
besos amiga q sigas bieen !

pol dijo...

Que lindeza de abuela liliputiense! quiero foto foto foto

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