Un pueblito de mierda y Paris



Ya casi llegamos. Estamos en Beauvais, el pueblito de mierda al que se refiere el título, aunque lo único que tiene de mierda es al tarado que nos cruzamos y del que ahora pasaré a contarles (porque no tiene desperdicio).

Resulta que hoy pensábamos quedarnos dos días en el pueblito de Beauvais, en su bonito camping municipal, con los dos días de sol que teníamos por delante*. Resultó pues, que al lograr encontrar el, supuestamente, bonito camping nos enteramos de la cruel realidad que nos esperaba: el muy hijo de puta estaba cerrado desde agosto del año pasado (y no se les ocurrió avisarlo en internet, por supuesto).

Frente a esta enorme adversidad (y al llanto o asesinato próximo de Chizita) decidí ir a preguntar a la Oficina de Turismo dónde podíamos pasar la noche (no sin una gran cuota de bronca, por la decepción, claro). Obviamente, a los 10 metros de caminar pasó uno de los (tantos) chicos que andan por acá con tractor y sin miedo a molestarlo, le pregunté dónde podía alojarme en mi carpa 5 estrellas (es decir, dónde podía poner la carpa). El chico, muy amable, me dijo que a media cuadra había un estacionamiento de caravanas, que ahí seguro que podíamos dormir una noche...

Así que ahí nos dirigimos, entramos y preguntamos a los primeros ocupante si era posible quedarnos ahí (unos amabilísimos viejitos ingleses que, lógicamente, nos dijeron que sí y compartieron nuestro sentimiento de indignación frente a la falta de camping). Ipso facto, empezamos a desempacar e instalarnos, como corresponde.

En eso de 15 mins después apareció (un muy hijo de puta) señor que vino a decirnos que ahí no nos podíamos quedar, que era solo para caravanas, que él no sabía nada de ningún lugar donde nos podamos quedar, que si nos queríamos quedar en el camping (en perfectas condiciones pero totalmente vacío) de l lado era bajo nuestro propio riesgo por si caía la policía (que seguro que llamaba él, obvio) y que si queríamos hablar con alguien, porque no nos parecía justo, que hablemos con la municipalidad (claro que no es que vino y me dio un discurso, sino que tuvimos una, algo candente, discución). Terminé diciéndole que me hubiera dicho antes de desarmar toda la bici, porque cuando entré no había un alma en la puerta.

Imagínense mi bronca! Era de esas que nacen de abajo del ombligo y suben hasta la garganta, todo directo por el esófago (sin escalas). Hasta las orejas rojas debía tener. Pero allí fui yo, a la Oficina de Turismo, pero ahora no me interesaba saber a dónde alojarme, ahora quería que me firmaran una autorización para poder quedarme en el camping esa noche (por el derecho adquirido que me daba el haber encontrado por internet que estaba abierto y que no habían más de 4 míseras caravanas en el enorme terreno ese).

Así, con esa cara de perro iba yo (heredada de mi rama materna) cuando, al pasar por el camping cerrado vi una puerta abierta y, adentro, unos señores que eran los señores levantadores de ramas que se pueden ver por doquier. Me acerqué (tratando de no morderlos) y les pregunté dónde podía quedarme con mi carpita esa noche, a lo cual me respondieron que al lado, donde estaban las caravana (ajá!). No perdí oportunidad y les conté que un hombre, pas gentil, nos acababa de echar de ahí y que por eso no sabíamos a donde ir. Acto seguido, se acercó uno de los tipitos (que en realidad era una chica, porque en el rigor de los hechos, eran dos chicas y un chico) y me dijo que ella iba a ir a hablar, que no me haga problema (se lo hice prometer, por supuesto).

Los esperamos y, cuando terminaron su trabajo (o sea, 5 mins. después), se subieron a su camión, fueron para el lugar de las caravanas y la misma chica que nos había prometido hablar con el señor mal cogido, habló con el señor mal cogido que se creía el Lord de no-sé-qué-tierras. Vaya una a saber qué le dijo pero a l0 minutitos estábamos de nuevo armando nuestra carpa felizmente y, esta vez, sin interrupciones (imagínense ahora, mi calorcito de venganza satisfecha, todavía me dura).

Lamentablemente, acá no vamos a poder pasar más de una noche, así que mañana partimos y eso quiere decir que casi casi llegamos a Paris (sí, señor!). Ya me daría por vencedora, de no ser porque ahora mañana nos toca la peor de todas las subidas (conocidas por el hombre) y temo flaquear. Así que, ahora sí, lectores míos, pido los gritos de ánimos que desestimé en el post anterior (de hecho, los espero con ansias).

Hasta el próximo post (que será a las puertas de Paris)

/Beauvais

PD: este post me lo auspicia el McDonald's con música de Raffaella Carrá (remixada) de fondo. Impecable!
PD2: la foto se la dedico a la Su (Giménez) que sé que le encantan las rosas y no sé si alguna vez vio una naranja así!

* cabe decir que el pronóstico en Francia no se equivoca nunca (con una salvedad): si dice que va a llover, lloverá (sin dudas) y si dice que no va a llover, también lloverá (aunque sea un poco). He ahí la salvedad.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Jaja ánimos!, aliento! a por ellas!(las subidas)

besossssssss

vecina pau

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