Un (útlimo) adiós.



Bueno, ya lavé mi anteúltima bombacha antes de salir para Buenos Aires y eso me recuerda que el viaje se está por terminar (no es que me lo haya olvidado en ningún momento, pero me pareció poético, vieron?). 

En fin, como verán, se está terminando mi largo viaje (y hasta Ratzinger me despide) y me queda por decir que en tres meses de viaje una aprende muchas cosas y conmigo, no fue la excepción en absoluto. Por ejemplo, yo aprendí de la importancia y el placer de comer Nutella a cucharadas (sobretodo cuando el Nutella cuesta 1,5 euros), y de cómo elegir un supermercado dentro de un país extraño. 

Aprendí, casi profesionalmente, a comer una pizza turca (aunque se me siguen cayendo algunas gotitas)  y a juzgar la calidad de las mismas al segundo o tercer mordizco. De hecho, aprendí a comer casi cualquier cosa turca, sin importar el país donde esté.

Aprendí que, en todo Europa, siempre la comida más barata la tienen los medio-orientales (turcos, árabes, etc.) y que es mucho más rica que la china. 

Aprendí a hacer que todo, todo lo que vaya a usar en 3 meses me entre en unos bolsitos chiquitos, y a armarlos y desarmarlos en unos 15 minutos. Todo yo solita. Y también aprendí a no hacer tanto quilombo, porque al fin y al cabo, una estaba conviviendo con personas desconocidas y no quería molestarlas. Y aprendí a hablar con esas personas desconocidas, en inglés o en francés o en lo que supieran hablar, y a no quedar mal y a evitar los comentarios desubicados (aunque no siempre).

Aprendí a querer a mi humilde (pero tan tan leal!) bici de Buenos Aires, contra la que desporiqué mucho, pero sí que se la banca! Sin ser pretenciosa ni nada, ahora prometo cuidarla y tratarla con más amor y ponerla a punto apenas llegue a casa para que me acompañe en muchas idas y venidas más. 

Aprendí a depilarme solo con la ayuda de una pincita y a no limarme (casi) las uñas y a secar la ropa con amor y con paciencia en una soga de camping, porque otra no nos quedaba. Y a llevame agua en la mochila, para no tener sed, y a acostumbrare a tener kilos de caramelos (para no extrañarlos hasta volver a ir a un supermercado) y a darme cuenta de que, con algo de paciencia y perseverancia, siempre llegábamos a algún lugar.

Uff, y aprendí a regatear y a tener paciencia para hacer un buen estudio de mercado y conseguir mejores precios, y a confiar en mi maravillosa y nueva marca de cabecera, EuroShopper (y cómo te extraño!) y hasta, quizás, aprendí un poco a confiar en mi criterio de compras.

En fin, eso y mucho más, pero tampoco lo vamos a hacer eterno. Ahora, en menos de 24hs tendría que estar tomando un avión que me lleva a Londres y de ahí a Buenos Aires, sin más escalas. Solo me quedan unas cositas que decir:

A todos los que siguieron este blog, les agradezco muchísimo y espero que se hayan divertido. A mis lectores anónimos (porque sé que todo blog los tiene, incluso el mío), dejen algún comentario, así por lo menos me entero que estaban y los semi-conozco. Ningun jefe editorial encontró mi blog así que no me llevará a la fama, pero buen, es un pasito más cerca pensar que tengo fans!  A mis amigos, bueno, ya los iré yendo a visitar prontito prontito a uno y cada uno de ustedes (¡espero que me hayan extrañado!). Y a mi familia, bueno, que estén puntuales en Ezeiza, que el avión llega como a las 7:30 y yo sé que es una fiaca, pero buen, no saben lo que me cuesta mover ese bolso con cosas! Y a Chiz, gracias por la paciencia!! 
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Good ol'American people



Como no tengo más gente cerca (ni a nadie con quién reirme de las cosas que hacen mis compañeros de cuarto) vengo a contárselas a ustedes, a ver si se ríen conmigo.

Mis siguientes compañeros de cuarto, en Berlín, fueron el grupo de 5 españolas (bien bien gallegas) que describí anteriormente. Igualmente, le agradezco a Dios y a la providencia habérmelas puesto en el camino porque ustedes no se dan una idea de lo graciosas que eran. Entre sus "cógelo" y sus s que son z y sus malos entendidos adolescnetes (porque no llegaban ni a los 20 años) me hacían morir de la risa (y, de paso, sentirme una señora hecha y derecha, en comparación). En fin, no digo más de ellas porque ya hace rato paradon.

Voy a hablarles de mis dos compañeritas en Roma. Americanas (lo que es sinónimo de pesadillezcas). Una, oriunda de Washington D.C., pero erradicada en Hawai y la otra, calculo yo, hawaiana. Qué sé yo.

El primer día (las primeras horas) me resultaron amabilísimas, un poco charlatandas (me hablaban mucho-demasiado) pero nada más. El problema fue al llegar la noche o, mejor dicho, al llegar la mañana. Las nenitas se despertaron a las 8:30 am y, no contentas con eso, se fueron a bañar, dejaron la puerta abierta (que golpeaba, golpeaba, golpeaba) y sacaron y metieron bolsos (con sus correspondientes cierres relámpago). Las puertas de este hostel tienen dos maneras de cerrarse: la fácil, pegando un portazo y la "difícil" que es, usando la tarjeta que te dan para abrirla. Cómo la cerraron mis amiguitas? Portazo! (obvio). Las odié.

Me explican como dos personas, dos cerebros pensantes (o semi-pensantes) juntos no pueden darse cuenta en cuatro días (unas 96hs) del sofisticado mecanismo para cerrar la puerta sin despertar a los muertos y yo, solita, lo "descubrí" a la segunda vez que cerré? Y creánme que mi IQ no sobrepasa la media ,eh...

La noche siguiente (o sea, anoche) yo seguía doloridísima por el exceso de carga sobre mis hombros el día anterior (recordemos que viajé en avión para Roma) y decidí irme a dormir tipo 9 de la noche (quizás 9:30). Las minitas se iban hoy (y yo las seguía odiando) así que tenían que hacer el bolso (ok...) pero, no contentas con el ruido que ya iban a hacer, se pusieron a probarse la ropa nueva y los zapatitos con taquito nuevo y todito lo nuevito que se habían compradito y la reconcha que las parió. Obviamente, charlando, charlando y charlando constantemente (nada de susurrar, eh!).

Ah! Y no nos olvidemos, estamos en un primer piso... en Roma... yo había cerrado las ventanas porque acá el ruido, es igualito a mi casa en el piso 9 de la calle Las Heras (lo que quiere decir que es muchísimo). La abrieron, obvio! Y encima, encima, encima de esto, tuvieron el tupée de preguntarme si me molestaba que vieran tele (buen, alguna mierdita de esas yankis, en el Ipod). Podrá ser que sean tan pelotudas estas chicas de no darse cuenta que el ruido de sus tacos, de sus charlas y de la calle es mucho, pero muchísimo más que el ruido del Ipod???

En fin, sólo me queda decirles que, si hay un prejuicio y un mito bien fundado es con esta gente americana. Son igual o más pelotudos de lo que dicen los diarios.

/Roma
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Oh, qué vida de hostels!


Siendo las 8 de la noche, y habiendo ya terminado mi cena, vengo a contarles un poco de mis compas de cuarto, los que el destino (llamado City Stay Hostel) me destinó. 

Buen, en realidad puedo hablarles de mis primeros roommates (que partieron esta misma mañana, todos juntitos), porque a los nuevos (un alemán y muchas, pero muchas españolas*), casi no los conocí, aún. 

Bueno, pero mis ex-roommies no eran europeos, no señor, bien canadienses y americanos (aunque yo terminé de discernir , claramente, quién era quién el último día). Constaban de una extraña pareja de canadienses (lo de extraña es porque, al día de la fecha, no pude descifrar si eran amigos, hermanos o novios) emocionadísimos por el local de Birkenstock que está al lado del hostel, un chico que no habó mucho y cuatro americanitas (y el diminutivo es porque no excederían los 20 años de edad).

Yo les voy a contar de las americanitas, que bien podrían haber sido las cuatrillizas de oro (no por lo rubias, digo) y su ritual pre-irse a dormir. 

Resulta que, la primera noche, cuando me fui a instalar en mi cama (para prepararme para irme a dormir) ellas estaban en las mismas condiciones, haciendo sus últimos preparativos. Yo leía (deglutía palabras en esta charla que ya les dije que ando teniendo con los libros) y, de golpe, veo que una empieza a querer jugar a volar (la sonrisa de la amiga lo confirma). Yo sigo mi lectura. Pero vaya sorpresa, oh! cuándo vi que, pasada la sonrisa, esas pequeñas alas de gorrión seguían batiendo por uno o dos minutos más. 

No entendí mucho, pero no faltó poco para que la explicación se diera por sí sola...

Terminado el aleteo (que no la llevó muy lejos) empezó otro aleteo inverso (de abajo para arriba, palmas de las manos mirando al techo) y ahí entendí (como buena adolescente que fui y que creyó en esos mitos despiadados que nos dicen, no sé si las revistas o las compañeras de colegio) que el pobre gorrión, más que volar, lo que quería era: o tonificar sus brazos o aumentar su busto (pobre, pobre gorrión! Si supieras que de nada sirven esos 10 minutos diarios!). 

Pero bueno, el gorrión en cuestión siguió aleteando, con las cuatro posibilidades de aleteo que nos da nuestro queridísimo cuerpo humano y, cuando yo creí que iba a terminar, empezó a aletear en círculos (o, mejor podríamos decir que, ahora el gorrión no era más gorrión sino algún tipo de rana o algo rarísimo que quería nadar mariposa para adelante). Quise reirme, se los juro! Y también quise prevenirla, pero ella seguía y a mí la timidez me gana.

Eso sí! Imagínense nomás mi cara (descompuesta de la risa) cuando, habiendo vuelto las dos chicas que le faltaban al "grupete"  (que todavía no eran gorriónes) del baño (o algo así infiero yo), nuestro gorrión original las instó a que no se olvidasen de sus ejercicios y empezó con ellas a hacer el primero (aunque, por suerte, no hizo toda la ronda de nuevo con ellas). Tenían que verlas, tres gorrioncitas, intentando volar! Alguien debería haberles dicho que, incluso si sus intentos funcionaban, mucho más lejos que el techo del cuarto no iban a llegar!

PD: entre otras noticias, quería compartir con ustedes que, se acuerdan de mi caja de libros perdidos? Bueno, apareció, y todo gracias a mi querida mamá! (gracias má!!!!)

*y hablando de españoles, no les pasa, cuando ven a un grupo de españoles que siempre parecen más de los que son? Digo, si son 5 o 6, no sienten como si fueran 8 o 9? Bueno, a mí sí, no sé porque, pero se multiplican al hablar. 
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A lonely woman in Berlin




No, todavía no me volví esquizofrénica, aunque en cualquier momento, pero por ahora me salvan de la locura los 3 libros que me acompañan y me charlarn en estas tardes. Ustedes pensarán que les cuento lo de los libros de pura pretenciosa que soy, pero no, en lo más mínimo. De hecho, normalmente, tres libros me alcanzan para tres meses (mínimo) pero tengan en cuenta que casi un mes en una ciudad desconocida y con pocos y (muy muy) nuevos amigos la obligan a una encontrar un reemplazo para la chachara y el chusmerío... aunque no sea tan genial como charlar sobre qué fue el último escándalo de tal, o viste lo que hizo tal otro, o te enteraste deeeee, por lo menos chusmeo en vidas ajenas (sin mayores daños realizados). Y, para probar mi falta de pretenciosidad, les comento que el último de mis tres libros (que temo que se termine aunque recién empieza) no es más que una novelita norteamericana sobre adolescentes en highschool y una suicida que deja notas suicidas en cassettes. Lo más Sweet Valley que se puedan imaginar (si es que se acuerdan), pero quizás medio mezclado con Scream. En fin, un grito al cliché de los 90's sin mayores logros pero, de nuevo, mejor que no tenes a nadie para charlar (ah, eso sí, ahora los libros me hablan, eso sí es verdad!).

En fin, pero retomando mis días en Berlín, TENGO un par de cosas para contar, no es que no, pero siento que son absolutamente menos contables que mi nueva relación libro-lector. Por ejemplo, les puedo contar (o pedir que se imaginen) cómo me mudé desde lo de Damián, mi querido antifitrión al hostel donde ahora estoy; viajando en una bici que tiene más de varios otoños (pero de esas que nunca fueron pensadas para varios otoños) y mis dos mochilas pesadísimas (por dejar mi enorme y feo, feísimo, bolso en lo de mi ex-anfitrión y poder volver a buscarlo en otro momento más oportuno). Casi puedo decir que mi espalda me sigue doliendo, pero estaría siendo exagerada. Eso sí, espero que en unos 40 años no me pase la factura...

Otra cosa que les puedo contar es cuanto, increíblemente, mejoró mi alemán. Sí, yo sé que no tengo ni derecho a decir que hablo alemán, pero vieran lo útil que puede ser (incluso un no-alemán como el mío) para viajar por Alemania (incluso en la cosmopolita ciudad de Berlín, porque vayan a hablar con uno de esos divinos turcos que hablan o turco o alemán, se los regalo!). 

Y lo último que podría contarles es que... buen, la verdad no sé qué es. Les conté que me perdieron la caja de libros que mandé por correo? Sin novedades desde el 24 de junio... tan contenta que estaba yo con mi librito de recetas a prueba de boludos (con ingredientes como papa y zapallo y cebolla y con 50 maneras distintas de cocinar un huevo). Bueno, ya no está más (ni ese ni los otros que habíamos comprado con Chiz). Ahora la dejé a mi queridísima mamá a cargo de llamar a Francia (porque mi wifi no permite ya tantos lujos) y preguntar... 

Bueno, ahora sí, no tengo más nada para contar. Me queda, pues, agradecerle (públicamente, porque no merece menos) al Disque Bicicletero por su buena onda y todo todo todo!!! Va a quedar divina la bici! Gracias, gracias, gracias! 

Ah! Casi me olvido: no, no tuve un problema de proyección o identidad. Solamente tenía a mano esta foto que sacó Chiz en Berlín y decidí tomarla (sin previo aviso a ella) porque era más fácil que buscar las mías.

(Personal Jesus de banda sonóra para este post, y algunos de ustedes sabrá qué gratos momentos me recuerda esa canción).

/Berlín
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Aún no morí (desgracia para algunos, bien para muchos)



Yo sé, yo sé que tengo olvidado el blog. Mi público ya me estuvo pidiendo (desesperadamente) que les cuente mis aventuras pero, muchachos, seamos honestos: una gran ciudad como Berlín tiene un sinfín de placeres para ofrecerle a una magnánima diva como yo. No es fácil hacerse el tiempo para escribir un post. De todas formas, queridos fans míos, les traigo buenas noticias: esta mañana Chiz se fue y la enorme soledad que vengo a afrontar me obligará a contarles con lujo de detalles mis aventuras: no soy gran amiga del silencio.

Así que, por donde empezar. Las últimas noticias que les di fueron de Estrasburgo y si supieran las cosas que pasaron! Porque viajar en tren en Alemania es una cosa de locos (sobretodo para un porteño) y ni les cuento viajar 10 horas y con nuestras dos gigantezcas bicicletas y las miles y millones de reglas que te ponen e imponen a la hora de viajar.

También es una cosa de locos encontrarse en una ciudad del tamaño de Berlín en un país que bien podría ser la provincia de Buenos Aires y descubrir que, a pesar de haber estudiado a duras penas unos 8 meses de alemán, esos 8 meses resultan ser claves para entender que un determinado tren, únicamente por hoy, sale del andén 6 en vez del andén 7 (y así Chiz no pierde su tren). Tan increíble como esto es pensar que, durante un mes y medio todos los trenes cumplen el excacto mismo horario (incluyendo los de larga distancia) y, sobretodo, paran en el exacto mismo andén (caso contrario, es claramente avisado en las pantallas, claramente en alemán).

Pero bueno, no puedo aburrirlos con el tiempo perdido, porque a eso no vine. Vine a contarles del futuro que me espera que será glorioso (y hablando de glorias, lo que no fue nada glorioso es enterarme que el correo francés perdió mi/nuestra caja de 7 kg de libros que tenía que llegar a mi estimadísimo hogar hace unos 5 días). Pero, vuelvo al futuro, mi futuro glorioso que estará lleno, llenísimo de aventuras y que empezó hoy (porque la soledad trae tristeza, ganas de hablar y muchas más aventuras... sobretodo si una es como yo, que no entiendo los mapas y prefiero caminar a tratar de pensar). Por ejemplo, hoy quise ir a un mercadito de pulgas que queda acá cerca de "casa", y después de bajar por una gran y profunda escalera (acompañada sola y únicamente por los 30 grados berlineses) un chico (típico chico negro africano que una no entiende como no se derritió de estar ahí parado) me preguntó si quería algo. Mi alma de porteña se estremeció (pero trató de recordar las palabra de Damo, nuestro anfitrión: "métanse en los lugares escondidos, uno está acostumbrado a Buenos Aires que pasa de todo, pero ustedes métanse, porque son los mejores y acá no pasa nada). Finalmente resultó ser que el chico lo único que quería era venderme porro (y será una manera sutil esta de preguntarme si quiero algo...!) y hasta me ayudó a encontrar mi mercadito. Al fin y al cabo es verdad: acá no pasa nada y una, que nació y vivió toda su vida en Buenos Aires, de golpe se da cuenta (cual tormenta tropical) que no tiene ni la más puta idea de lo que quiere decir "vivir sin miedo", porque a la primera que vemos un lugar raro y a una persona parada ahí, se le prende a una el sentido arácnido.

Bueno, y retomando, también tengo proyectos para mi futuro más lejano, pero voy a contarles dos nomás (y ya verán por qué!):

1.
Me quiero armar una bicicleta, buen, armar o restaurar, porque quiero que sea así, llena de amor, linda, viejita y sobretodo, llena de amor. De a poquitito, buscando las cosas justas (cual coleccionista) y aprendiendo a ponerlas. Ipso facto, necesitaré la ayuda de mi Disque Bicicletero que espero que acepte ayudarme (sin él no soy nadie! y no quiero morirme siendo una coleccionista de piezas nomás). Y, por si todavía no está seguro de si va a querer ayudarme para tentarlo le cuento que hoy mismo me compré, en el susodicho mercadito de pulgas, un freno Shimano que nunca jamás vi en Buenos Aires (viejito pero precioso, la foto lo ilustra, reconozo que le falta limpieza pero por motivos de seguridad, eseizísticos, lo haré cuando llegue a mi casita).

2.
Empezaré a cursar en Puán. Me haré una hippie, quizás (Dios no lo permita) y me tildarán de pretenciosa, o no. Pero voy a cursar, se ha dicho. Cumpliré mi sueño de estudiar algo (por lo menos alguito) de literatura. Elegí, para adentrarme en ese universo aparte que es FILO una materia llamada Literatura en las Artes Combinadas y dada por un al Eduardo Gruner. Y les digo a todos: síganme los buenos, porque sé que más de uno que lee el blog quizás quiera hacer la materia conmigo (todos los créditos de elección de la materia e informaciones son copyright de Maia). Los horarios no los tengo, pero me los informaré apenas pise la ex-Capital Federal.

Bueno, considerando que ya escribí más que suficiente voy a ir cerrando el post. No se preocupen, sabrán más de mí. Piénsenlo así: son mi única gente para charlar!!

/Berlín
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Mugre a la francesa



Los franceses son conocidos por dos cosas: la comida y la mugre. La primera de estas dos mucho no me compete, porque la mayoría de los platos son demasiado carnívoros para mi gusto. En cambio, la mugre sí es un tema que me toca de cerca, cerquísimo, y no porque haya dilapidado fortunas en los soldes de verano...

Por ejemplo, puedo contarles el desastre que armé queriendo depilarme, no? Porque, como ya antes comenté, no tengo mi maquinita amiga, así que opté por ir al supermercado y deleitarme con las 1001 formas primermundistas de depilarse (claro que ninguna llegó a ser tan primermundista que evite el dolor). Terminé por comprarme, a las apuradas, una cera espantosa, azucarada y verde (pero no verde cera, verde verde, verde color gel transparente, con supuesto olor a alóe vera, pero tenían de frutos rojos y natural también, la natural color azul celestón, obviamente). 

Como todo el mundo puede imaginarse, mi nueva "cera deliciosa" (como luce tan elegantemente su envase) despierta la sospechas de cualquiera, pero bueno, para algunas cosas incluso los genios nos equivocamos y resultó ser que las sospechas eran justificadísimas, y la única función que puedo adjudicarle a mi adquisición es quemar sin ser quemado. De todas formas, cabe decir que quien la usa tampoco es la usadora idónea, no? Igual acá hay varias que me ganan, porque siguen existiendo esas... mujeres... que una no sabe bien por qué pero optan por no depilarse (más allá de tener unos 10 métodos al alcance de la góndola). Y yo no dejo de preguntarme por qué hay tanta maldad en el mundo.

Pero sigamos, porque la mugre no está solo ahí. Por qué no vienen a Francia y preguntan por los TICs. No, nada que ver con un TOC y muchísimo peor que todos los bichitos que me acosaron en el camping (pobres, chiquitos e indefensos bichitos). Los tics son una especie de arañitas de unos 2mm que, no sé de dónde, se te caen encima, te entran abajo de la piel (sí, sí, lo que oyen, abajo, abajo de la piel!), viven un rato y ponen sus horribles hediondos y espantosos huevitos para que nazcan más tics. Puede haber algo más horrible? Puede existir una pesadilla peor? Encima, como si esto fuera poco, si te los dejás por más de 36 hs pueden llegar a contagiar una enfermedad espantosa que no tiene ni solución. Pero no se asusten, sólo están en las zonas más rurales (bosques, montañas, etc.). Cómo me enteré yo? Después de ir a dar un paseíto por un bosquecito de por acá. Igual no se preocupen, mi obsesión es lo suficientemente grande como para haberme revisado unas 4 veces el cuerpo entero, ni un tic encima. Eso sí, ahora Chiz dice que tengo el tic de los tics, ja, qué viva que es...

Y volviendo a los bichos, no quiero ni imaginarme el cacho de escarabajo que durmió abajo mío en la carpa durante nuestro último camping. Por qué digo que no quiero ni imaginarme? Porque yo escuché, antes de dormirme, un zumbido feo, raro... al cual Chiz no le dio mayor importancia creyendo que confundía el ruido con algún ruido del aisalante. Dormí en paz. A la mañana siguiente Chiz (ya más despierta y sagaz) oyó el ruido y me preguntó, no sin algo de susto, qué era eso. "El ruido que había anoche", dije yo. "Y no se te ocurrió decirme nada?!", "Y... sí! Yo te dije, vos dijiste que era el aislante... y yo te creí!". Hasta Chiz se asustó! Así que la dejé investigar más y descubrió que, abajo de la carpa había un bicho que ella describió como "muy grande" y del que "nunca había oído salir un ruido similar" (en resumidas cuentas era un escarabajo gigante, al mejor estilo Gregor Samsa). Acto seguido yo me levanté, me fui al baño y me quedé ahí durante 15 mins antes de volver a la carpa y comprobar que Chiz ya se había hecho cargo del.. ruido. 

Igual, para resarcirlos quiero decir una cosa más. Acá (y en todo lo que vimos de Europa) el señor de la basura pasa dos veces por semana y ça suffit. Ni un día más ni un día menos (excepto que estén de paro, claro) y no se ve ni un poquito de basura en la calle y con los 35 grados (muéranse de envidia) que hicieron al principio de la semana, ni olor había (excepto, se pueden imaginar, el que tenía mi remera después de caminar un rato).

/Estrasburgo
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Oh, lala, Paris!




Perdonen el tiempo que los tuve abandonados pero bueno, París es así: te consume. Y no que hablar a las estrellas como yo, que somos las que hacemos brillar a semejante pedazo de ciudad. 

En fin, antes que nada, para quienes no conozcan Paris les cuento que París es tal cual como se la imaginan, como la describen en los libros y como la ven en las películas (y si no se la imaginan, ni leyeron ningún libro, ni vieron ninguna película, háganme el favor de ver Paris je t'aime, y me quitan el trabajo a mí de contárselos).

Bueno, pero volviendo al tema, paso a contarles las experiencias, de vida, que tuve en la parisina ciudad de París:


Las compras

A París, las mujeres la conocen por la ropa, el glamour y Lafayette y los hombres la conocen por... por las mujeres, seguramente. También están los que vienen a París a ver Iglesias, museos y, quizás, algún que otro boulevard. 

A mí, lamentablemente, ni estando una semana se me pega el glamour de París (el cancherismo holandés es más fácilmente contagioso) y, la verdad, es que las galerías Lafayette están tan llenas de gente que ni ganas de entrar le vienen a una, así que no... pero lo que sí puedo decirles es que París tiene tantas librerías como bicicletas hay en las calles (que no son tantas como las que hay en Amsterdam pero sí son muchas).

Muchas de estas librerías son, simplemente, divinas. La más chica tiene tantos libros como El Grand Esplendid del Ateneo en Buenos Aires. Y esas son las de menos, porque las mejores son las que venden libros baratos (que sacan por ser de segunda mano, de saldos o de algún origen dudoso del cual no quise ni enterarme). En una de esas susodichas librerías es donde, quien les escribe, se compró unos (sin exagerar) 7 libritos (dos para regalar, a personas que a posteriori lo descubrirán). Lo peor de todo es que estas librerías (que también pueden llamarse Manzana de Edén) tienen de todo tipo de libros y, aún peor, una de ellas está a una cuadrita del hostel (un tanto... particular) en el que me estoy quedando. Igual, pierdan cuidado, que en pos de encontrar más y mejores libros (de oferta) caminé y caminé... y, claro, como me estoy quedando en una habitación compartida, caminé y caminé con todos mis objetos de valor a cuestas, lo que ocasionó que mi mi espalda extrañe los días enteros frente a la computadora.

Bueno, retomando... que me compré muchos libros y que pretendo mandarlos, por correo, a Buenos Aires (y que sea lo que Dios quiera). Chiz no se compró tantos, pero los dos o tres que se compró pesan más que los míos, así que JA! Y, encima, hoy mismo, 22 de junio hay (nosotras no sabíamos) una especie de epidemia de liquidación de la temporada otoño/invierno... y no hay local que no grite con sus enormes letreros los SALDES que tienen. Se necesita mucha voluntad y valor para no sucumbir a ellos y yo no tengo ni valor ni voluntad. 

Lástima que no encontré una bolsa para llevar pan preciosa que vi allá por Lille... 


La gente

Un clásico. Los parisinos tienen la peor fama del mundo, dicen que son antipáticos y poco amables, pero la verdad es que, como en toda gran ciudad, siempre hay algún loquito por ahí. Como el señor del subte del otro día que, después de empujarme (por un tropezón del que no fui testigo pero que Chiz luego me informó) se ofendió porque me agarré la mochila (una nunca sabe si no le quieren sacar algo) y me empezó a gritar, escupió en el piso y poco menos que pega. Loquito, no les digo? O el otro señor que tuvimos el agrado de conocer en la fila para ver un concierto en el Louvre y que estábamos haciendo desde hace 40 mins y se quiso colar que, cuando lo interpelé (muy amablemente, sin ironía) para decirle que ya lo habíamos visto colarse, que por favor se fuera y que hiciera como todo el mundo porque era injusto que entre antes que nosotras que llegamos una hora y cincuenta minutos antes del concierto, al principio se hacía el desentendido (y no sé por qué quería hacerme creer que había venido con Chiz...!) y después, cuando le dije que si no se iba llamaba a los guardias me dijo de "arreglar las cosas afuera después de la función" (sí, un uga de libro, eh!). Pueden imaginarse que mi respuesta fue que era una dama y que no tenía ningún honor que defender, solo mi lugar en la fila! Llegamos a un común acuerdo diciéndole que, en lo que a mí respectaba, podía entrar atrás nuestro (y que fuera probelma de los demás).

Pero eso no es todo, nunca falta algún paranoico que cree que le querés robar o algo así (no me queda claro) y de entrada te tratan mal. Pero eso es porque, además de alterados, hay muchos que se sienten discriminados (o lisa y llanamente cagados) constantemente, entonces no quieren ser pasados por arriba (incluso por gente que no tiene ningún interés en pasarlos por arriba).

De todas formas, sigo pensando que la gente de París es, en lineas generales, bastante amable y normal. Claro que no son como los liliputienses, pero bueno, Carrefour no es Albert Heijn y París no es Lille... es lo que hay!  (acá tenemos los libros de saldo, no?)


La Fête de la Musique (y con esto termino, les juro)

Nada más tengo para decir que es un simil a nuestro Día de la Primavera, donde todos se ponen un poquito borrachitos, y hay música por todos lados. Cabe agregar que, además, por la calle y en los bares y en los cafés y en los museos hay bandas (de todo género y tipo y nivel de fama) tocando gratis para un público ávido de música. 

Los franceses parecen estar particularmente orgullosos de esta "gran fiesta" pero, habiéndola vivido en París (que parece ser el epicentro de este terremoto), llegamos a la conclusión (con Chiz) de que es simplemente una excusa para emborracharse e ir de fiesta un día cualquiera. De hecho, para poder emborracharse y hacer más ruido que ningún otro día del año. 


Ah, una cosita más: sabían que Champs Éysées fue declarada como la avenida más linda del mundo? Bueno, yo tampoco, pero les cuento. Ahora sí, habiendo iluminado sus vidas con un poco de conocimiento extra (que a nadie viene mal), los dejo hasta prontito!

/Estrasburgo
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